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Bajo Arboles Mojados

Cuentos

Psicoanalista, cercasi

    Alguien quiso que estudiara psicología social, cuando yo en realidad necesitaba algo de psicoanálisis.
   
    Así quizá podría comprender el porqué de las ranas de esta mañana en la consulta, o las salamandras y mariposas moradas que tapizan las paredes del patio de luces de mi casa.
   
    Creo que tengo algún síndrome. De Estocolmo o de abstinencia.

    Pero algo serio...

 

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Cara a cara

    Por la noche, caminando descalzo por una ciudad llena de fantasmas, se encontró cara a cara con la Muerte y con el Amor.
   
    A una le dijo que siempre sería bienvenida, mientras que al otro lo miró con recelo y miedo.

 

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Bajos

    Rotos. Todos los bajos de todos los pantalones. Rotos.
   
    Era algo natural en él. No más de 6 meses y comenzaban a clarear por las costuras inferiores.
   
    Entonces, un día mientras se sentaba o salía del coche oía cómo se ragaban.
   
    Ahora mismo no tenía ni un solo pantalón o vaquero, largos o cortos, sin los bajos rotos.
   
    Se preguntaba si sería una señal, y se reía de lo parecidos que eran los bajos de sus pantalones a él mismo.
   
    Rotos.

 

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Fortuna

-Hola.
-Hola.

...

-Parece que ha vuelto a estropearse el tiempo.
-Sí, bueno.
-Hace un par de semanas en la playa y ahora...
-Y ahora otra vez a sacar el paraguas.
-Sí.

...

-No hace mucho que vives aquí, ¿verdad?
-No, bueno. Nos hemos mudado esta semana.
-¿Tu marido y tú?
-No, no es aún mi marido.

...

-Pues sí que hace freso, sí.
-Sí, yo le doy otra calada y entro ya.
-Sí, bueno, yo encenderé otro. No me apetece ponerme a limpiar.

...

-¿Vives sólo?
-Sí, bueno. Nos vinimos mi novia y yo, pero ella me dejó hace un par de meses.
-Ah, lo siento, no pretendía ser impertinente.

...

-Tranquila, ya hace mucho tiemo.

...

-Bueno, voy a entrar ya, ¿vale? Nos vemos en otro momento.
-Nos vemos en otro cigarro...

Desapariciones

    Le fastidiaba enormemente tener que admitir que las últimas desapariciones le habían afectado en sobremanera.
   
    Gente de su alrededor le decía que era normal, que las personas, a veces, necesitaban darse unas vacaciones; las unas de las otras.
   
    Sin embargo, el hecho de que no se contara con "la otra parte" a la hora de realizar estas decisiones de escisiones, le inducían a un estado anímico cuanto menos deprimente.
   
    Echaba de menos a quien decidía colgarse el cartel de No disponible, no podía hacer nada para evitarlo...

Ganas

1. Le faltaban las ganas.
    
2. De levantarse por la mañana, de ducharse, de arreglarse, de mirarse siquiera al espejo, de comer chucherías, de no quedarse dormido mientras le hablaban, de quedarse dormido en la cama.
    
    Le faltaban las ganas.
    
3. Decía que los bordes de su realidad estaban arrugados, y el centro desenfocado.
    
    No decía nada nuevo. No era la primera vez que se sentía así.

4. Cuando cocinaba se sentía en paz. Y en algún lugar concreto. Quizá una cafetería, quizá un pueblo abandonado de la montaña, quizá al lado de algún amigo con barba, o con los ojos grises, o durmiendo al lado de E.

5. Pero para todo lo otro, le faltaban las ganas.   

Elecciones

1. Despertó a sabiendas de que la realidad se le arrojaba encima. En cuanto abrió los ojos el mundo ya estaba formado a su alrededor.

    Demasiado pronto, hoy. Se dijo.

2. Cogió el móvil sólo para comprovar que la gente sólo cumple sus promesas cuando no tienen sentido.

3. Cuando era pequeño conoció a un niño que sólo jugaba con juguetes nuevos...

4. Hoy iba a ser un día difícil. Sabía que, pasara lo que pasara, se iría a la cama de nuevo por la noche con la sensación de ser un perdedor más.

Muy cansado

    1. Está cansado; casi diría que agotado.
    
    Es imposible estudiar estando agotado. Uno se senta enfrente de los apuntes y comienza a crear el simulacro a su alrededor de persona aplicada. Se ordena el escritorio, las hojas en blanco dobladas por la mitad a la izquierda. Las escritas, pocas o aún ninguna, irán a la derecha, convenientemente ordenadas. Los bolis, de dos colores, negro para los títulos, azul para el texto. Quizá un lápiz para esbozar algún esquema, para trazar un dibujito. Justo en frente, los apuntes; el ordenador a mano para consultar dudas.
    
    Y permanece sentado, con la espalda erguida, durante 20 minutos, quieto, mirando la pared del frente. Quieto.
    
    2. Quieto.
    
    3. Entonces descubre que no sabe exactamente qué hace así. No es que haya olvidado que debía estudiar, no. Lo recuerda. Pero no puede.
    
    4. Quizá comience a llorar, o sea más pragmático y entre en la despensa. Un plátano, una manzana. Alguna galleta.
    
    Y de nuevo frente a los apuntes.
    
    5. Quieto.
    
    6. Y es entonces cuando, con los ojos rojos y la barriga llena, se da cuenta de que ya no puede más.

Celuloide

    Admiraba la luz tan especial de ciertas películas y fotos. Era como si el mundo fuera más claro de lo que sus ojos conseguían apreciar.
    
    Sí, igual el problema estaba en sus ojos, que oscurecían la luz que entraba por sus pupilas.
    
    Por eso disfrutaba viendo aquellas películas y revelando carretes de cámaras de fotos viejas, cuyos tonos de luz y contraste sobresalían del celuloide y el papel.
    
    Quería tener un mundo propio en papel fotográfico.

Eternal Sunshine of the Spotless Mind

    1. Hoy el día tenía ciertos tonos blanquecinos, debido a la nubosidad y a esa especie de niebla que se ha extendido por el pueblo.
    
    Aunque el despertador ha sonado a las 10'30, ha decidido aplazarlo media hora, aunque finalmente se ha levantado. Luego, a las 11, cuando ha vuelto a sonar la alarma del despertador, se ha asustado.    
    
    2. Ha holgazaneado durante toda la mañana. Ha hablado con un compañero de clase para acabar un trabajo, aunque ni siquiera haya comenzado su parte. Pasará un par de noches sin dormir demasiado para adelantarlo.
    
    3. Sus padres se han ido a una comida a la que no ha querido asistir. Nunca se ha sentido a gusto con las personas que le miran de modo extraño, como juzgándole por cómo se viste, por las personas con las que pasea o camina, por lo que dice o lo que le gusta.
    
    Así pues, se ha preparado un bocadillo y ha cogido un refresco de naranja para comer mientras veía una película sentado en el sofá de casa.
    
    4. Hacía frío, a pesar de la calefacción. Parece que ha comenzado este otoño en mitad de febrero.
    
    5. Después se ha preparado una infusión y ha cogido el último bombón que le quedaba. La infusión estaba en esa taza de loza que le trajeron sus padres de París, negra, con el dibujo famoso del gato negro.
    
    Se ha acurrucado en el sofá y se ha echado encima la manta de patchwork que cubría una vez la cama de su hermano pequeño. El otoño.
    
    6. Ahora se desnuda y se mete en la ducha. Piensa en la ropa que se pondrá, piensa que prefiere ponerse algo más de ropa interior y no llevar la chaqueta gruesa, piensa en quién se ha podido abrazar a esa chaqueta y se pone triste. Lleva un tiempo algo triste.
    
    7. Sabe que esta noche no volverá a dormir tranquilo...

Una casa pequeña con un balcón pequeño

    A veces se ponía a pensar en el futuro. No solía hacerlo demasiado, quizá tan sólo cuando tomaba café en la cafetería de la esquina y no quedaban libros ni revistas por leer.
    
    Se imaginaba normalmente solo, aunque en alguna ocasión aparecía aún a su lado. Viejo, eso sí. Viejísimo.
    
    Por alguna extraña razón, quizá porque era la bebida que tenía enfrente en esos instantes, tendía a verse en sus visiones preparando una cafetera. La artrosis limitando sus movimientos por una casa pequeña llena de estanterías llenas de libros. Una casa pequeña y vacía de muebles, con un balcón pequeño, como los de las casas viejas, que daba a una calle, pero por el que entraba muchísima luz.
    
    En algún aparador, una foto con dos personas. Una de ellas se fue. Pero ya no lloraba, ahora sonreía al recordar.

Las galletas de dos en dos

Las galletas de dos en dos     1. Comía las galletas siempre de dos en dos. Cogía un par por un extremo, las sumergía en la leche, agachaba la cabeza y se comía la mitad.

    Luego volvía a sumergir el resto de las dos mitades de las galletas en la leche, hasta justo el borde donde sus dedos las sugetaban. Volvía a agachar la cabeza, para no manchar. Y se la terminaba.

    Cuando bajaba la cabeza y la ladeaba, se quedaba mirando de frente los vasos y platos sucios que se acumulaban en el fregadero.

    Las galletas de dos en dos.

    2. Por la noche se tumbaba en el sofá y veía cualquier película de aquellas que descargaba. A días impares seguía alguna serie que hubiera conseguido captar su atención. Tumbado, con una pequeña manta usada.

    Ahora se acariciaba las manos. El jabón para lavar los platos siempre le dejaba esa extraña sensación entre los dedos, como si la vida se le escapara entre ellos si no conseguía hundirlos en algún pelo ajeno.

    3. En la cama parecía que todo el sueño y el cansancio desapareciera. El cansancio decidía leer a su lado. Él elegía novelas ligeras para la noche; el cansancio prefería algo más filosófico, algún ensayo o literatura rusa.

    No conseguía dormir con la luz apagada. Le daba miedo dormir con la luz apagada.

    Solo.

Patio de luces

1.

    Manuel acaba de preparar la cena. Esta noche estaba cansado y se conformará con un revuelto de calabacín y un filete (poco hecho).

    Marina ensaya el cuarto movimiento de una sonata que algún día acabará de componer.

    Julio tiene 6 meses e intenta dormir, pero la música le llega a través de su ventana que da al patio de luces, en el edificio en el que Marina no tiene otro momento para ensayar.

2.

    Marina repite un pasaje. Aún tiene los dedos fríos, y le cuesta marcar las notas en el chelo que le regaló su abuelo.

    Julio sonríe y su madre se disgusta con esa chica, tan oportuna, hoy, que ella necesitaba tanto que el niño le diera un descanso. Mañana tendrá una entrevista de trabajo y no quería ir con ojeras.


3.

    Manuel echa un poco de sal al plato. Se le quedó soso el revuelto. Piensa si encender una velita, como le decía su amiga de Madrid. Al final decide no hacerlo.

    Marina termina de ensayar la sonata por pasajes y decide tocarla de arriba a abajo. El arco resbala por las cuerdas, los dedos sujetan los acordes y tiemblan con un delicado vibratto.

    Julio comienza a cerrar los ojos, su madre se sonríe y acaba agradeciendo a Marina su música triste.

4.

    Manuel acaba el filete y descubre una lágrima asomar por sus ojos. No puede evitar más, que pronto se transformarán en un llanto. Decide regar las plantas, a ver si se le pasa.

    Marina mantiene un fa sostenido más de lo que su profesor creería correcto, no quiere terminar la obra porque sabe que después volverá la soledad.

5.

    Manuel se asoma al patio de luces y lanza un beso a Marina. Bueno, allí donde está su ventana, porque no adivina nada de ella. Dos segundos después, cuando Marina se asome al quicio, descubrirá contra el cristal un beso. Con miedo lo atrapará y lo dejará metido en un bote de mayonesa vacío. Las tardes de la próxima semana se dedicará a contemplarlo, temiendo que se le escape.

6.

    Julio dormirá apaciblemente. A su madre no le darán el trabajo.

Cuento de navidad

   El turrón se ha quedado duro. Aún queda en la bandeja de la despensa, junto con los polvorones y un bombón a medio comer que ella dejó.
 
   Él continúa en el sofá. Los niños con las panderetas se cansaron de llamar al timbre.  En la tele hablan de ministros y cantantes. Y él mira la pantalla sin ver nada.
 
   El grifo gotea. Se dijo hace un mes que lo arreglaría, aunque no ha tenido ni ganas ni fuerzas.
 
   Él continuará en el sofá. Quizá se levante esta noche a la cama. Quizá.
 
   Sobre la mesa del comedor una nota escrita 5 días atrás.
 
   Estas navidades ya no las pasamos juntos.

Suicidios

    Realicé suicidios durante toda la tarde, con un éxito aparente.

    Por la noche, ya muerto, no conseguía conciliar el sueño debido al frío. Es cierto eso de que los muertos nos enfríamos rápido.

    Decidí tragar una cerilla para hacer una pequeña hoguera en mi estómago.

    Dormí de un tirón soñando con ballenas en la bañera y pajaritas de papel que visitaban la ventana de mi cárcel de cristal.

Bosque fantasma (Cien Palabras)

A Kaveri , recién salido de su bosque fantasma...

 

 

Sin saber muy bien como, te encontrabas ya dentro. No lo veías, pero notabas el frescor de las yerbas, que crecían a los pies de los árboles invisibles.

En algún lugar se escuchaba el reclamo de alguna rapaz. Quizá esta noche vuelvan a cazar musarañas inexistentes.

El bosque no estaba pero acababas perdido en su interior. Era curioso caminar por en medio de la nada del desierto, apartando con una mano los arbustos, evitando chocar con baobabs, gigantes, transparentes, con cuidado de no meter el pie en un charco que quedó de la lluvia de anoche, aquella que no sucedió.

 

17-8-06 - Fregadero (Cien Palabras)

    El fregadero está lleno, mamá. No me dejaban llegar hasta él, la cocina llena y no podía alcanzar el fregadero.
    
    Estaban por todas partes. Yo a penas podía moverme en mi habitación. En todas partes. Yo no me atrevía casi ni a moverme. Y ellos por todas partes. No me dejaban salir. No me atrevía a salir.
    
    El fregadero lleno, mamá. Preparé la cena y se presentaron. Todos. Prometo que no llamé a nadie. Llegaron. Estaban allí. Y no me dejaban llegar a la cocina. No podía salir de la habitación. De la cama.
    
    El fregadero. Mamá. Lleno.
    
    Lo siento.

11-8-06 - Ángel Caído (Cien Palabras)

    Ayer volví a ver a uno. Estaba sentada en un banco, en la parada del bus que hay cerca de casa.
    
    Fumaba.
    
    Era una señora mayor, tendría unos 50 años. Sentada, fumaba impasible. Llegué a ver las alas. Tenía dos alas que salían arriba en la espalda. Aún estaban quemadas.
    
    La miré y me vio. Y se subió al siguiente bus que llegó.
    
    Me quedé parado, esperando de nuevo alguien que me diga que los ángeles caídos no tienen alas.

19-7-06 - Álvaro (Cien palabras)

    Álvaro decidió inventar un perro, dado que su madre no quería tener uno en casa. Bueno, un perro un perro no era, exactamente. A simple vista parecía un perro, pero como a Álvaro no le gustaban ni la lengua ni la nariz de los perros, decidió imaginar estas partes de la anatomía canina como si fueran las de un gato. Era un perro con lengua corta y nariz de gato. Además, cuando se te acercaba y se quedaba durmiendo a tus pies, el perro ronroneaba y se restregaba entre las piernas. Y luego, dormía.
    
    Era divertido, el perro de Álvaro.

17-7-06 - Nieve

    Sé que podía parecer extraño, pero había nieve. Nos levantamos y todo alrededor estaba blanco. Ya habíamos notado el frío en la habitación.
    
    Recuerdo que abriste la ventana para que entrara el fresco, la habitación tenía el aire viciado después de haber dormido los dos. Por eso abriste.
    
    Lo noté enseguida. Por la luz. Había demasiada luz. Una claridad inmensa. Y ya lo pensé. Aunque fuera agosto sabía que esas cosas podían pasar. Al fin y al cabo, nos habíamos conocido, pocas cosas más extrañas que esa. Por eso no lloré como tú al ver la nieve.
    
    Sólo te cogí por la cintura y te volví a besar.