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Bajo Arboles Mojados

Moradas

La lluvia de hojas llegó desde el norte. Inexplicablemente, una tarde de junio comenzaron a caer. Moradas, incesantemente.

Desde el cielo.

Continuó durante tres días. Y cuando paró, los habitantes del pueblo ya se habían habituado. Los niños salieron y jugaban con ellas. Las niñas se imaginaban casándose bajo tan peculiar tormenta. Los adultos se apuraban en hacer grandes hogueras para quemar las hojas, pues impedían el normal funcionamiento del pueblo.

De aquellos días, de aquel magnífico año, sólo queda la tradición de encender las hogueras en la noche en que la tormenta escampó. Y un vino excelente que ayuda a los más desesperados a encontrar moza para dormir...

1 comentario

kaveri -

Te ha quedado de lo más campestre este cuento. Sobre todo lo de moza, eso ha estado muy propio.