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Bajo Arboles Mojados

Tensa espera

Allí sentado, no podía más que esperar.

Mientras, los fantásmas y espíritus de formas atroces entraban tras la puerta gris inmensa. Siempre después de que la foz pronunciara aquello que no podían ser más que sus nombres.

Nombres latinos; nombres con consonantes inpronunciables por mi boca; nombres extraños y conocidos a la vez...

Entonces, el ángel de alas negras salió por la puerta. Desnudo.

Y pronunció mi nombre.

Entonces, entré.

2 comentarios

Yarince -

Un ángel de alas negras... siempre tus cuentos me saben a poco.

Las cartas de amor ya se están publicando en mi blog, doro.

Anónimo -

A veces, la espera trae consigo una recompensa.