Pastor
También fui pastor. De mariposas.
Fue uno de los trabajos más duros que nunca tuve...
Por las mañanas entraba en el establo y abría las contraventanas. Poco a poco. Para que no se despertaran de mal humor. Entonces ellas comenzaban a mover sus alas para entrar en calor. Como dormían sobre cualquier superficie, cuando tenían estos espasmos matutinos se creaba un efecto agradable en el interior de la estancia. Eran como olas en la superficie de las cosas. Olas que viajaban de una parte del establo a la otra, y que al pasar por donde yo me encontraba me sacudìan con una ligera brisa.
Las alimentaba con miel, que dejaba caer desde lo alto con una especie de regaderas que había ideado. La miel goteaba y ellas pasaban volando, veloces, para recoger su alimento antes de que tocase el suelo.
Y despuès las sacaba a pasear.
Ellas me seguían y yo las conducía al interior del bosque, donde correteaban y jugaban. Si en algún momento se sentían amenazadas por algo, se agrupaban, como siguiendo una orden muda, formando una espesa nube sobre mi cabeza. Yo las tenía que defender. De los milanos. De las arañas. De los cazadores furtivos...
Ya por las noches, las devolvía a su establo y les leía un cuento antes de dormir. Alguna me contó una vez que les gustaba creer que, cuando el tiempo acabara con ellas, de su cuerpo marchito surgirìa un hada...
Fue uno de los trabajos más duros que nunca tuve...
Por las mañanas entraba en el establo y abría las contraventanas. Poco a poco. Para que no se despertaran de mal humor. Entonces ellas comenzaban a mover sus alas para entrar en calor. Como dormían sobre cualquier superficie, cuando tenían estos espasmos matutinos se creaba un efecto agradable en el interior de la estancia. Eran como olas en la superficie de las cosas. Olas que viajaban de una parte del establo a la otra, y que al pasar por donde yo me encontraba me sacudìan con una ligera brisa.
Las alimentaba con miel, que dejaba caer desde lo alto con una especie de regaderas que había ideado. La miel goteaba y ellas pasaban volando, veloces, para recoger su alimento antes de que tocase el suelo.
Y despuès las sacaba a pasear.
Ellas me seguían y yo las conducía al interior del bosque, donde correteaban y jugaban. Si en algún momento se sentían amenazadas por algo, se agrupaban, como siguiendo una orden muda, formando una espesa nube sobre mi cabeza. Yo las tenía que defender. De los milanos. De las arañas. De los cazadores furtivos...
Ya por las noches, las devolvía a su establo y les leía un cuento antes de dormir. Alguna me contó una vez que les gustaba creer que, cuando el tiempo acabara con ellas, de su cuerpo marchito surgirìa un hada...
6 comentarios
oroD -
Mucho.
Gracias.
Son para ustedes.
Los cuentos.
Mis suenyos.
Saf -
Alucinada.
Pocas veces he leído una maravilla tal.
Me lo llevo -no puedo NO robártelo- me lo llevo para siempre, para ponerlo con Marai, con Tamaro, con Baricco, con Saint Exupèry, con Peer Gynt.... entre mis tesoros más preciados.
Un honor haberte encontrado.
De verdad.
Saf;-))
Mónica -
kaveri -
Tharsis -
Aldeana -