Mr. Hyde Visita el Túnel del Amor
Aquella noche, el doctor volvió transformado de nuevo en aquel mortífero monstruo, como venía ocurriendo desde los últimos días.
Había sembrado el pánico por el barrio, asesinando a varios vagabundos y policías, maltratado a las fulanas y robado en casas de algunos de sus amigos, que eran incapaces de reconocerle debido a la transformación que sufría al beber el brebaje.
Ella había podido comprobar que la poción creaba una fuerte adicción en el doctor, pues a pesar de intentar no tomarla o pedir que se le encerrase en su cámara, parecía como si el monstruo se apoderara de su alma antes incluso de que tomarala, y rompía la puerta y corría ansioso hasta el laboratorio, donde tomaba de nuevo su elixir y salía a pasear por Londres su sed de sangre y caos.
Por las mañanas, cansado y sufriendo en su cuerpo los excesos que había cometido la noche anterior, trabajaba afanoso en un antídoto, que le permitiera sobrevivir sin tomar la poción, pero ya a media tarde, el monstruo comenzaba a tomar el control de sus pensamientos y no podía continuar con su labor.
Unos meses después, cuando el doctor salió sonriente y exaltado del laboratorio anunciando su éxito, ella tuvo que contener su tristeza. Ya de noche, en su habitación, lloró amargamente la pérdida de su salvaje amante...
Había sembrado el pánico por el barrio, asesinando a varios vagabundos y policías, maltratado a las fulanas y robado en casas de algunos de sus amigos, que eran incapaces de reconocerle debido a la transformación que sufría al beber el brebaje.
Ella había podido comprobar que la poción creaba una fuerte adicción en el doctor, pues a pesar de intentar no tomarla o pedir que se le encerrase en su cámara, parecía como si el monstruo se apoderara de su alma antes incluso de que tomarala, y rompía la puerta y corría ansioso hasta el laboratorio, donde tomaba de nuevo su elixir y salía a pasear por Londres su sed de sangre y caos.
Por las mañanas, cansado y sufriendo en su cuerpo los excesos que había cometido la noche anterior, trabajaba afanoso en un antídoto, que le permitiera sobrevivir sin tomar la poción, pero ya a media tarde, el monstruo comenzaba a tomar el control de sus pensamientos y no podía continuar con su labor.
Unos meses después, cuando el doctor salió sonriente y exaltado del laboratorio anunciando su éxito, ella tuvo que contener su tristeza. Ya de noche, en su habitación, lloró amargamente la pérdida de su salvaje amante...
4 comentarios
Arlequino -
ey amigo, tu espacio es increíble.
saludos desde aquí.
Anónimo -
Juank -
is-land -
Muy bueno el relato, plas plas plas. Siempre me gustó mucho este (estos) personaje(s).