Desconfiar
El problema es que la desconfianza se instaló en mi cabeza.
Ahora ya no sé diferenciar entre lo que sucede, lo que no ha sucedido, y lo que me dicen que no ha sucedido pero sí ha pasado.
Tengo los cristales de las gafas sucios. Polvo y lágrimas.
Aún lloro.
Poco, pero lloro.
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