Blogia
Bajo Arboles Mojados

Pez

La vez que nací pez lo pasé realmente mal. Fui hijo de un parto en el que mis padres pasaron a ser familia numerosa. Tanto yo como mis 130 hermanos nos dedicamos desde nuestra más tierna infancia a no hacer nada más que nadar y poner esa cara de tontos que suelen tener los peces. No sé por qué extraña razón, cogíamos agua en nuestra boca y llenábamos los carrillos casi hasta hacerlos explotar... Alguno de mis hermanos (más de 20, creo recordar) acababan con las mandíbulas desencajadas.

Cuando no comíamos o hacíamos el pez, nos dedicábamos a huir de los peces más grandes y de las sepias... Qué pelmazas eran, las tías. Siempre tenían un brazo para cogerte.

Puedo considerarme agraciado al decir que morí (según creo, hay momentos que no me los recuerdo bien) casi de viejo, cuando ya contaba con unas 20 semanas de vida.

No fui tragado, ni me pescaron, ni nada por el estilo. Quise probar un poco de aquella agua de colores que estaba haciendo flipar a mis amigos. Morí de sobredosis de Mercurio.

2 comentarios

Zifnab -

Mola el cuento, es simpático y acaba bien. La vida de un pez a partir de las 40 semanas es muy trágica según me han dicho un par de colegas que también se acuerdan

Anónimo -

Me ha puesto los pelos de gallina