Ella (IV)
No volvió hasta 8 años después. Yo había aguardado impaciente todos los años al comienzo del verano.
Cuando el grano comenzaba a amarillear y la gente del pueblo preparaba sus mercancías para canjearlas con la carabana. Cuando llegaban los más pequeños corriendo desde el río, con el agua aún cayendo de sus cabellos, y con los caramelos regalados en las bocas, que no se podían cerrar por la alegría.
Por siete años esperé sin encintrar nada más que simples palabras de consuelo. "Esta bien, ha crecido, es muy inteligente ahora" (te hecha de menos)...
Volvió. Llegó levísima. Pétrea. Recostada sobre unos tablones repletos de flores, con los dedos de ambas manos entrelazados y los ojos cerrados.
Volvió. Llegó muerta.
Cuando el grano comenzaba a amarillear y la gente del pueblo preparaba sus mercancías para canjearlas con la carabana. Cuando llegaban los más pequeños corriendo desde el río, con el agua aún cayendo de sus cabellos, y con los caramelos regalados en las bocas, que no se podían cerrar por la alegría.
Por siete años esperé sin encintrar nada más que simples palabras de consuelo. "Esta bien, ha crecido, es muy inteligente ahora" (te hecha de menos)...
Volvió. Llegó levísima. Pétrea. Recostada sobre unos tablones repletos de flores, con los dedos de ambas manos entrelazados y los ojos cerrados.
Volvió. Llegó muerta.
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