Alas quemadas
Mi entrada al infierno fue bastante extranya. Quizà fuera por lo que esperaba encontrar y no hallè por ningùn lado.
O quizà fuera por las libèlulas, que revoloteaban por todos los sitios. O por las rosas blancas y rojas que crecìn por doquier. O por las muchachas y los muchachos que, desnudos, reìan y bebìan al son de la mùsica.
Se me acercò un àangel de alas quemadas, vestido tan sòlo con un taparrabos que no escondìa nada, y me tomò de la mano mientras me susurraba al oìdo palabras de bienvenida.
Al fin y al cabo, podìa agradecer que un dios me hubiera condenado por mis actos en la Tierra...
O quizà fuera por las libèlulas, que revoloteaban por todos los sitios. O por las rosas blancas y rojas que crecìn por doquier. O por las muchachas y los muchachos que, desnudos, reìan y bebìan al son de la mùsica.
Se me acercò un àangel de alas quemadas, vestido tan sòlo con un taparrabos que no escondìa nada, y me tomò de la mano mientras me susurraba al oìdo palabras de bienvenida.
Al fin y al cabo, podìa agradecer que un dios me hubiera condenado por mis actos en la Tierra...
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Gea -