La ciudad del desierto (IV - El borracho de la taberna)
Un viejo me contó una noche que sí crecían rosas en el mar de fuego.
Son rosas transparentes, como de cristal. Y frías, pues son de hielo dijo.
Muchos de vosotros pensaréis continuó el borracho que miento, más es verdad lo que cuento.
»Estas rosas de hielo son efímeras, y no porque se tornen de agua con el calor de la mañana, sino porque sus húmedos pétalos atrapan las partículas de arena que arrastra el viento, y quedan convertidas bien pronto en rocas.
»He visto bosques inmensos de estas rosas convertidas en roca, y desde hace años vago por el desierto, esperando encontrar una noche mágica alguna de estas maravillas de hielo intactas. Entonces dejaréis de reíros de este borracho
Son rosas transparentes, como de cristal. Y frías, pues son de hielo dijo.
Muchos de vosotros pensaréis continuó el borracho que miento, más es verdad lo que cuento.
»Estas rosas de hielo son efímeras, y no porque se tornen de agua con el calor de la mañana, sino porque sus húmedos pétalos atrapan las partículas de arena que arrastra el viento, y quedan convertidas bien pronto en rocas.
»He visto bosques inmensos de estas rosas convertidas en roca, y desde hace años vago por el desierto, esperando encontrar una noche mágica alguna de estas maravillas de hielo intactas. Entonces dejaréis de reíros de este borracho
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