Sueños del Caminante (II. La Maldición)
Aquella mañana, tras las tristes palabras del sumo sacerdote, el sol no salió...
Era extraño; el cielo había ido aclarándose poco a poco, como cada amanecer. Pero llegado el momento en el que debería haber salido el astro rey, simplemente, no salió. Y el día se quedó en eso, un eterno amanecer...
No fue hasta 3 meses después (si se puede hablar de meses cuando no hay un sol que marque el correr de los días), no fue hasta tres meses después, decía, mientras una pareja de seres excelsos jugaban a ser mayores, cuando el sol decició volver a amanecer para ellos, transformando la maldición del sacerdote en un hechizo de amor entre estos dos entes de las estrellas.
Era extraño; el cielo había ido aclarándose poco a poco, como cada amanecer. Pero llegado el momento en el que debería haber salido el astro rey, simplemente, no salió. Y el día se quedó en eso, un eterno amanecer...
No fue hasta 3 meses después (si se puede hablar de meses cuando no hay un sol que marque el correr de los días), no fue hasta tres meses después, decía, mientras una pareja de seres excelsos jugaban a ser mayores, cuando el sol decició volver a amanecer para ellos, transformando la maldición del sacerdote en un hechizo de amor entre estos dos entes de las estrellas.
2 comentarios
oroD -
Aldeana -
El sol al final, te pongas como te pongas... siempre vuelve a brillar.