Blogia
Bajo Arboles Mojados

Poesías

Canción para ver las hojas caer

Te escribí
una canción triste
para ver las hojas caer
en este otoño disfrazado.

Pensaba
que las únicas
de tus amigas que volverían
serían las ladillas.

No me equivocaba.

Tú continuabas
poniéndote la careta.
Era fácil disfrazarse,
como el otoño,
entonces.

Yo me cansé.
Ahora sueño acompañado.

Tus pesadillas
las pasas abrazado
a la almohada.

Liendre

Tomar
cada uno de tus cristales
que guardaste dentro mío.

Cogerlos
como si fueran liendres.
Ponerlos
sobre una uña y aplastarlos.

A los cristales.
A los recuerdos.
A ti.

PNCN (Primera noche con nórdico)

Saqué el edredón nórdico.
Esta ha sido
mi primera noche de algodón.

Abracé el peluche.
Un burro. Como yo.

Soñé con maniquíes
que sonreían
desde los escaparates sucios
y me ofrecían sus cuerpos.
Entré en una tienda
de segunda mano
de calores y dolores de cabeza.

No compraron nada
de lo que les ofrecía
con las manos llenas
y el corazón medio abierto.

Esta mañana desperté
bajo el nórdico.
Las migrañas volvieron.
Sudaba.

Conciso

    Escoge una a una
la banda sonora de tu funeral...

Silencio 3

Volvieron
los monstruos bajo la cama,
los ojos en el armario
cerrado,
tus sonrisas y carcajadas
a mis espaldas.

Callaron las cataratas.
Esta noche la luna, te dedicaba
la nana que me cantaba mamá
con doce meses y medio.

El suelo lleno de los restos
de estas tripas que esparcíamos
anteayer mismo. Tripas de tus víctimas.
Víctimas de tus labios.

La esfinge propuso el enigma
para entrar en el fondo ciego
del pozo sin fondo.
¿Como decir adiós
cuando sabes que es para siempre?


Primer día gris de otoño (disfrutando como un niño)

A las cinco de la madrugada
me levantaba,
me sentaba en el sofá, junto a la ventana
y comenzaba a llorar.

Todas las mañanas pasaba
así
un par de horas.
Quizá desayunara mientras tanto.
El café con mucho azúcar,
las tostadas con aceite. La sal
provenía de la borrasca bajo mis ojos.

Luego, sobre las siete y media
cerraba el grifo.

No me costaba entonces esbozar
unas doscientas o más sonrisas.

8-10-06 - Alquiler

Quizá la moda
se empeñe en decirnos
cómo deberíamos vestir.

A mí la moda
no me interesa.

Sólo quiero saber
cómo quitarte
camisa, corbata,
pantalón
y el odio
con el que me miras
y que vive de alquiler
en tus retinas.

Árbol

En mitad
de nuestra ignorancia
nació un árbol.

Las ramas
crecían fuertes.
Los pájaros
cantaban
entre sus hojas
nuestras mentiras.

La mentira
creió con el árbol.

Ahora nos da una sombra
larga y ancha
para tomar café
en las tardes
que aún calienta
el otoño.

Polvo

Llegó un día

en el que el polvo

comenzó a crecer sobre nosotros.

Dormíamos en la cama

juntos

y sin embargo el polvo

se posaba sobre las partes de tu anatomía

y de mi anatomía

que sobresalían de las mantas.

Calentitas, las mantas,

abrazados los dos.

            Creo que nos despertamos.

Que abrimos los ojos

a un mundo sucio y feo,

y decidimos continuar durmiendo.

 

            A veces, aún anida

algún pájaro

en tu oreja…

A Guada

Estaba haciendo cualquier cosa
y he escuchado ruido fuera.
Creo que no has vivido
nunca
una gota fría. Es genial
(si estás en casa).

      He salido
caminando descalzo,
a sabiendas de que el agua
caería fuera y los ríos irían
calle abajo.

      Me he sentado para ver
cómo llovía, conteniendo
un estúpido llanto que llevo
atrapado en el pecho
desde hace unas horas.
      Ha parado de llover
demasiado pronto
para dar alas a las lágrimas.

6-09-06 - (o) Triste

Dice que tengo los ojos tristes.
De siempre.
Tengo los ojos permanentemente entornados,
como si estuviera triste,
aunque sonría
o gima.

Entornados.
Los ojos.

Dice.

Eloi.

5-09-06 - Mudo

A veces
manteníamos
las conversaciones
que debían tener
dos mudos
sentados frente una pecera
llena de agua
pero sin animal alguno.

Asentíamos
y respondíamos
a nuestros pensamientos.

Llorábamos
por las decisiones equivocadas.

Al final
me tomaste de la mano
en tu imaginación.
Yo creí que cogías un cuchillo.

Grite lo más fuerte
que pude.
Que te quería.
Y tú pensaste
que me marchaba.

Arde, Troya

Cayó el muro
de las lamentaciones.
Troya arde en tu nombre.
Estallaron tres mil vidrieras
de tres mil catedrales.

Tus ojos.
Tus labios.
Testigos mudos
de este mundo en guerra.

Razones para huir de una ciudad con frío

A M. Con cariño y porque sabe que le quiero. 

 
Una ciudad con frío es un paraíso cerrado.
Un invernadero sin puerta con flores
que comenzaron a marchitarse.

Un corazón helado es un mundo;
tus abrazos la salvación.
Una razón para quererte tu pelo
y la consecuencia del beso
esta melancolía.

Un recuerdo aprende a matar
y le crecen brazos para asestar golpes
en los pechos de cristal.
Tus sonrisas han causado
y prevenido más de un naufragio.

Una ciudad con frío no merece tus pasos.
Un edificio derrumbado sueña
albergar tus restos.
Una lluvia inesperada no consigue borrar
las huellas de tus pies
calzados con unas botas
que no creen llegar al final del camino.

El cuento de la isla desconocida... (III)

Que las islas dejen de ser
desconocidas en tus pies.
Besando me cansé de navegar
últimamente me canso un poco
de todo
menos de mirarte.

Sopla en las velas
de esta tierra
ya firme, [por fin].
Llévanos lejos, sonríe
explota en mis brazos.
Desayuna mis mañanas
duerme en mis sueños,
pasea sobre las aguas
de mi mano.

Hoy hace dos añitos que comenzó a llover bajo estos árboles... Quién se lo iba a creer... Nos continuamos leyendo...

También desnudo

Sé que viniste mientras dormía
y me susurrabas en el oído
las excusas que nunca te pedí
y que siempre esperé.

Tocabas con violencia
mi sexo
también dormido, y me besabas
la boca, los labios, las orejas
el pecho también desnudo.
Me besabas hasta los pies y las sombras
bajo mi cuerpo también desnudo.

También sé que cuando te fuiste
llorabas, me lo dijo la tercera estrella
que cuelga sobre mi cama...

Apocalipsis

Era
casi violencia
lo que llevó
tus dientes
a chocar
contra
mis labios.
Ansia
cuando tomabas
mi cabeza
por detrás
para dirigirla
a tu boca...

Como si
justo después
del beso
fuera
a acabarse
el mundo.

Génesis

Al principio, la nada fue silencio:
una lengua extinguida antes del labio,
antes aún del aire. Fue, al principio,
la nada ese no ser quizá en lo oscuro
anterior a la vida; no era entonces
por el tiempo imposible de la espera,
cuando el vacío; no era todavía
reflejarse en el curso de un río seco.
Como el peso de un salto interrumpido
todo crecía innecesario y último
para la nada aquella imperturbable.
Había una quietud de piedra o de árbol
y un orden parecido al de la muerte.

Javier Cano, de El idioma de Adán.

Si una noche de invierno un viajante

Si una noche de invierno
un viajante
viniera a encontrar cobijo
entre estos labios secos
encontraría

una habitación sin amueblar,
un colchón unido
a otro colchón en el suelo,
(una caja de esperanzas vacía),
una jarra de agua para lavar
el cuerpo tras los sudores
que provocaron tus manos
en mis muslos,
una puerta cerrada que esconde
a un pequeño diablo
que de vez en cuando se escapa.
Un arco iris roto, una lata de viento embotellado,
unas películas viejas de amaneceres.

Si una noche de invierno
un viajante
viniera, me encontraría
cerrado por reformas.

Mi oficio

Las manos sobre las palabras;
soy sanador de cristales.
Sobre las palabras
que llegan del horizonte
por las aceras del alba.

Mis dedos de gamuza
sobre los pies heridos
de las palabras.

Llegan bajo una lluvia consante,
sobre el costillar de los caballos,
iluminadas por la sal de tu recuerdo.
Llegan con salpicaduras de ácido
sobre el mapa incierto del significado.

Mis manos sobre sus ojos de tiza,
mis manos sobre el sexo de las palabras;
cuido su silencio
como si contaran una historia.

Juan Massana