En el bus
Ayer por la tarde, cuando volvía en el bus a casa después del examen de la universidad, nos paró la Guardia Civil.
La verdad es que llevo 4 años cogiendo el bus para ira clase y nunca antes nos había parado la policía
Automáticamente, todos buscamos los billetes que teníamos arrugados en el bolsillo, pensando que quizá era una inspección.
Pero la señora mayor que había a mi lado se puso nerviosa. Vi como apretaba contra su pecho el amplio bolso que minutos antes descansaba a sus pies.
Dos agentes con un chaleco reflectante subieron, con cara seria, mirándonos a cada uno. Sabían a quién buscaban. Y cuando localizaron a la vieja, que miraba por la ventana, como intentando disimular, se pusieron ambos tensos.
Amablemente, me pidieron que dejara salir a la señora, a la cual ni siquiera dirigieron una palabra. Con sumo cuidado, uno de los agentes tomó el bolso, apartándolo de su cuerpo, mientras el otro cogía por detrás a la vieja, para inmovilizarle las manos, y la sacaba del bus, para meterla luego esposada en el coche-policía.
El autobús volvió a arrancar y todo el mundo comenzó a murmurar, excepto yo, que veía con la cara pálida una nube que había caído del bolso de la señora...
La verdad es que llevo 4 años cogiendo el bus para ira clase y nunca antes nos había parado la policía
Automáticamente, todos buscamos los billetes que teníamos arrugados en el bolsillo, pensando que quizá era una inspección.
Pero la señora mayor que había a mi lado se puso nerviosa. Vi como apretaba contra su pecho el amplio bolso que minutos antes descansaba a sus pies.
Dos agentes con un chaleco reflectante subieron, con cara seria, mirándonos a cada uno. Sabían a quién buscaban. Y cuando localizaron a la vieja, que miraba por la ventana, como intentando disimular, se pusieron ambos tensos.
Amablemente, me pidieron que dejara salir a la señora, a la cual ni siquiera dirigieron una palabra. Con sumo cuidado, uno de los agentes tomó el bolso, apartándolo de su cuerpo, mientras el otro cogía por detrás a la vieja, para inmovilizarle las manos, y la sacaba del bus, para meterla luego esposada en el coche-policía.
El autobús volvió a arrancar y todo el mundo comenzó a murmurar, excepto yo, que veía con la cara pálida una nube que había caído del bolso de la señora...
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