El que escucha
Un día, a la salida de sus clases de teatro, se cruzó con una mujer llorando, y se sorprendió a sí mismo acercándose y preguntándole la causa de su llanto.
En un principio, la mujer parecía reticente a contarle nada, pero tras unos minutos de palabras llenas de confianza, le confesó que su marido le pegaba.
Tenía además dos niños que nada sabían de todo esto, en edad escolar. Y ellos eran la causa de que la mujer no dejara a su marido, pues carecía por completo de un sustento económico propio.
-¿Sabes? -dijo él-, es cierto que debes procurar lo mejor para tus hijos, pero si ellos te ven triste, no estarán mucho mejor que tú, porque aunque no lo parezca, se dan más cuenta de las cosas de lo que creemos.
Ella asintió resignada.
El joven le ofreció su número de teléfono móvil, aunque sólo fuera por si ella necesitara hablar; aunque la mujer rechazó la oferta algo alarmada, añadiendo que él no tenía porqué meterse en ese problema.
-Los martes y los jueves, a esta misma hora, termino mis clases de teatro, si me necesitas, sólo tienes que estar por aquí, y me encontrarás.
Más él ya nunca la volvió a ver.
En un principio, la mujer parecía reticente a contarle nada, pero tras unos minutos de palabras llenas de confianza, le confesó que su marido le pegaba.
Tenía además dos niños que nada sabían de todo esto, en edad escolar. Y ellos eran la causa de que la mujer no dejara a su marido, pues carecía por completo de un sustento económico propio.
-¿Sabes? -dijo él-, es cierto que debes procurar lo mejor para tus hijos, pero si ellos te ven triste, no estarán mucho mejor que tú, porque aunque no lo parezca, se dan más cuenta de las cosas de lo que creemos.
Ella asintió resignada.
El joven le ofreció su número de teléfono móvil, aunque sólo fuera por si ella necesitara hablar; aunque la mujer rechazó la oferta algo alarmada, añadiendo que él no tenía porqué meterse en ese problema.
-Los martes y los jueves, a esta misma hora, termino mis clases de teatro, si me necesitas, sólo tienes que estar por aquí, y me encontrarás.
Más él ya nunca la volvió a ver.
3 comentarios
Sory -
Un abrazo !
GeBeSa -
Gracies per oferir-me el teu muscle, pero de moment tot va prou be...un bes enorme Doret.
Amanda -