Yo estoy AQUÍ...
Hace tiempo que dejó de importarme lo que la gente decía de mí. Desde pequeño sabía que no era como los demás. En el colegio era el único que no pasaba los descansos en el patio jugando a fútbol. Odio el fútbol. Y el resto de mis compañeros se reían de mí. Creo que fue por aquel entonces cuando me llamaron por primera vez mariquita.
Tampoco es que pasara los recreos leyendo en algún rincón sólo. No me gustó leer hasta que cumplí los 11 o 12 años. Aunque ahora pienso que el problema fue que no encontré mi libro hasta demasiado tarde.
Así pues. Estoy bastante acostumbrado a ser el rarito del pueblo. Un pueblo de 7.000 habitantes en el que destacar por algo es malo. Lo ideal es pasar desapercibido y yo nunca lo he hecho.
En el instituto fui el primero en llevar barba. Luego en usar zurrón (o bolsos). Y la gente se me quedaba mirando y comentaba cosas.
Y algunos me llamaban mariquita.
El instituto terminó, y la universidad fue una liberación. Allí conocí a gente interesante, sin prejuicios, que había crecido en ciudades donde se ignoraban los unos a los otros. Allí pude enamorarme. Allí comencé a vivir.
Y no estoy dispuesto a amargarme la vida por personas que se avergüenzan de caminar a mi lado por lo que puedan decir de ellos.
No estoy dispuesto a esconder nada, ni a esconderme yo mismo. Tampoco me gusta el exhibicionismo. Pero no voy a reprimirme por culpa de un grupo de gente que no me importa lo más mínimo.
Y quién no esté dispuesto a aceptar esto, que cierro los ojos o mire a otro lado. Yo estoy aquí.
Tampoco es que pasara los recreos leyendo en algún rincón sólo. No me gustó leer hasta que cumplí los 11 o 12 años. Aunque ahora pienso que el problema fue que no encontré mi libro hasta demasiado tarde.
Así pues. Estoy bastante acostumbrado a ser el rarito del pueblo. Un pueblo de 7.000 habitantes en el que destacar por algo es malo. Lo ideal es pasar desapercibido y yo nunca lo he hecho.
En el instituto fui el primero en llevar barba. Luego en usar zurrón (o bolsos). Y la gente se me quedaba mirando y comentaba cosas.
Y algunos me llamaban mariquita.
El instituto terminó, y la universidad fue una liberación. Allí conocí a gente interesante, sin prejuicios, que había crecido en ciudades donde se ignoraban los unos a los otros. Allí pude enamorarme. Allí comencé a vivir.
Y no estoy dispuesto a amargarme la vida por personas que se avergüenzan de caminar a mi lado por lo que puedan decir de ellos.
No estoy dispuesto a esconder nada, ni a esconderme yo mismo. Tampoco me gusta el exhibicionismo. Pero no voy a reprimirme por culpa de un grupo de gente que no me importa lo más mínimo.
Y quién no esté dispuesto a aceptar esto, que cierro los ojos o mire a otro lado. Yo estoy aquí.
8 comentarios
Último Hombre Feliz -
Orgulloso de tu condicion de "raro".
Cabeza alta. Pecho fuera.
Pero no caigas en la hipocresía de menospreciar a aquellos que te menosprecian. Todos esos que hablan de ti y ofenden tu figura no lo hacen mas que como criaturas asustadas, temerosas de lo desconocido. Piensa en ellas como en conejitos asustados (pero cuidado que pueden morder!), no como en demonios que hay que extinguir.
P.D.: Pon la otra mejilla.
P.D.: Aun asi... esta noche no pienso rezar (que le den por culo a Diox!)
kaveri -
Brocco -
Anónimo -
y elige quererte.
cobardes ellos.
Tinau -
Y cuantos paseos al bus de la Uni como dos marujas...
GeBeSa -
Y al que le moleste que se joda!!
Jane Eyre -
Aquí conmigo, dentro de mi corazón.
Mil besitos de alguien que se siente orgullosa de pasear a tu lado, la pena es que lo hagamos muy pocas veces.
Athe -