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Bajo Arboles Mojados

Gigantes

Anoche, cuando me asomé a la colina, los gigantes estaban inquietos. Danzaban febrilmente al son de un tambor, y uno de ellos intentaba afinar una melodía que yo ya había escuchado antes.

No sé muy bien qué es lo que les preocupa. Quizá por fin hayan notado que su eternidad se acaba. Creo que notan mi presencia, aunque deciden ignorarme. Puede ser que ya por fin sepan que la magia, los últimos hilos de quintaesencia, se les termina, y pronto les veremos.

Y entonces morirán...

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