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Bajo Arboles Mojados

Primer día gris de otoño (disfrutando como un niño)

A las cinco de la madrugada
me levantaba,
me sentaba en el sofá, junto a la ventana
y comenzaba a llorar.

Todas las mañanas pasaba
así
un par de horas.
Quizá desayunara mientras tanto.
El café con mucho azúcar,
las tostadas con aceite. La sal
provenía de la borrasca bajo mis ojos.

Luego, sobre las siete y media
cerraba el grifo.

No me costaba entonces esbozar
unas doscientas o más sonrisas.

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