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Bajo Arboles Mojados

Fútbol

Íbamos a ver los partidos de los niños del pueblo. A domingos alternos, el equipo local se batía con otros grupos de escolares y nos gustaba ir al campo.

Eran bastante malos. Solían perder siempre e incluso una vez el marcador llegó a apuntar una derrota de 15-3 en nuestra contra.

Nosotros nos cargábamos de chucherías, dulces y gominolas e íbamos a ver a los niños correr tras la pelota. A veces, incluso, acababan llorando tras las siempre amargas derrotas.

La verdad es que nunca prestábamos atención al juego, sino que hablábamos de cine, pintura, música... El campo era sólo un lugar en el que las ideas salían con más facilidad. Quizá era la energía que los chavales liberaban, y que nosotros éramos capaces (no me pregunten cómo) de canalizar. La verdad es que de allí salieron más de una idea interesante para novelas o esculturas que más tarde se materializaron.

Fue más o menos por aquel entonces cuando decidimos hacernos bohemios...

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