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Bajo Arboles Mojados

Quizás

Le pidió que contara lo primero que le pasara por la cabeza. Y comenzó así:

- Cuando era más joven, me gustaba nadar en el mar de tu rostro. Subía tus montañas hasta coronarlas con mis sonrisas. Y no podía dormir a tu lado. Porque necesitaba saberte mío. Porque tenía miedo de que todo fuera un sueño, un ardid de los monstruos que habitan debajo de la cama, dentro del armario, detrás de la puerta... Entonces envejecí, y tu rostro me parecía arrugado. Y tus montes eran demasiado habituales, y mis sonrisas muy pocas. Y aprendí que a tu lado se podía dormir apagando el deseo con otras personas. Y hasta fantaseaba con despertar una mañana y no encontrarte a mi lado.

-Quizás, los monstruos ganaron esta vez, ¿no cree?

-Quizás...

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